Laurence Egerton,
un arqueólogo aficionado de 51 años, registraba un terreno en Seaton, Devon Este (Reino Unido), cuando su detector
de metales se topó con el descubrimiento de su vida.
Para preservar el hallazgo, en vez de
ponerse a desenterrar las 22.000 monedas pertenecientes al Imperio Romano, se
comunicó con un equipo de arqueólogos profesionales.
Como los académicos se demorarían
tres días en llegar, y no quería dejar el tesoro solo, decidió acampar ahí
mismo. No se movió ni un sólo instante del lugar.
Si bien el descubrimiento
ocurrió en el 2013, recién ahora fue verificada su autenticidad y se supo que
la colección, hecha de una aleación de cobre, data del siglo cuatro.
Los investigadores sospechan que
fueron enterradas por un antiguo propietario que nunca las recuperó.
Basada en la cantidad de monedas, el
descubrimiento se convierte en el tercero más grande de Gran Bretaña. Es por esto que el Royal Albert Memorial
Museum ya puso en marcha una campaña de recaudación de fondo públicos para
poder adquirirlo.